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jueves, 16 de julio de 2020

Intervención de Banksy en el metro de Londres

Intervención de Banksy en el metro de Londres

El artista conceptual realizó otra de sus intervenciones de Street Art con la temática del COVID-19 en el tren subterráneo de la ciudad de Londres.
Banksy subió el video de esta intervención en su Instagram. Como siempre, realizó esta acción manteniendo el anonimato de su identidad. En este caso el artista ingresó al metro disfrazado como personal de desinfección.
En esta intervención el artista realizó por medio de stencils figuras de ratas interactuando con los espacios de los vagones del tren y las estaciones.


Esta intervención en parte parodia y en parte concientiza sobre los peligros de la pandemia del coronavirus. 


Esta acción artística ha trascendido en los medios de todo el mundo y de esta manera lo informan.

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jueves, 9 de julio de 2020

Algunas grandes películas con banda sonora de Ennio Morricone

Ennio Morricone es un compositor y director de orquesta, famoso por bandas sonoras de grandes películas, que falleció el pasado 6 de julio. Deja un enorme legado para el cine y la música y se lo puede considerar uno de los grandes del cine. Realizó más de 500 bandas sonoras y recibió un premio Oscar en 2006 y otro en 2015 por la banda sonora de la película Los 8 más odiados.
Hacemos un homenaje a  Ennio Morricone recordando algunas de sus más memorables películas.


Los 8 más odiados - 2015 (The Hateful Eight).
Las música es un elemento fundamental para el cine de Tarantino. En esta película Ennio Morricone orquesta un western particular. Su música logra ambientar un escenario inhóspito y hostil donde se desarrollará un trama de engaños que resolverá -como en el cine de Tarantino- en un baño de sangre.
La música de Morricone establece esa atmósfera de forma brillante.


Vatel - 2000.
Vatel es una película francesa protagonizada por Gérard Depardieu, Uma Thurman y Tim Roth. Es la historia de un maestro de ceremonias y cheff de la corte francesa del siglo XVII. La película es un deleite visual y auditivo. Morricone acompaña las impactantes imágenes de los castillos, los jardines y las festejos del rey de Francia. 


Misión a Marte - 2000 (Mission To mars)
En el año 2000 Morricone también compuso la banda sonora de la película de ciencia ficción Misión a Marte dirigida por el director Brian De Palma. Una gran producción cinematográfica con momentos de suspenso en el espacio. Otra gran obra maestra de este compositor.

 

Acosos sexual - 1994 (Disclouser)
Acoso sexual fue una película polémica sobre el acoso sexual en el trabajo invirtiendo los estereotipos de victima y acosador. Una narrativa que ha cambiado en nuestros tiempos.
Esta película protagonizada por Michael Douglas y Demi Moore estaba dirigida a las grandes audiencias y fue uno de los éxitos de taquilla de ese año. Una vez más la música de Morricone logró establecer el clima de este thriller.


En la linea de fuego 1993 (In the line of fire) 
Esta película dirigida por Wolfang Peterson y protagonizada por Clint Eastwood John Malkovich Rene Russo es un poco la antecesora de películas como Olympus bajo fuego, donde atentan contra el presidente. 
Es una de esas películas  de Clint Eastwood de transición de sus películas de Harry el Sucio. En esta oportunidad Morricone tiene la oportinidad de musicalizar un thiller de acción.


La ciudad de la Alegría - 1993 (City of Joy) 
Una película que lleva a Patrick Swayze a un recorrido para conocer su ser interior en un paraíso terrenal. Una película con fotografía asombrosa. Morricone en esta película logra enmarcar musicalmente la belleza natural del paisaje.


Estado de gracia 1990 (State of Grace)
Una película de gangsters atípica en donde se perfilan las carreras de grandes figuras de Hollywood como Sean Penn y Gary Oldman. Una película que logró capturar la estética de los 90 en una especie de policial grunge.

Pecados de Guerra - 1989 (Casualities of war)
Nuevamente en colaboración con el director Brian De Palma Morricone logra otra gran película. Esta vez un drama sobre la guerra de Vietnam con Sean Penn y Michael J. Fox. Aunque bien recibida por la crítica al público no le resultó fácil digerir los crímenes de Vietnam.
Un drama con escenas crudas. La música de Morricone logra acentuar la tragedia de historia.


Atame - 1989

Ese mismo año Morricone colaboró con Almodóvar en esta comedia de enredos con el actor Antonio Banderas.


Cinema Paradiso -1988

Una película memorable cuya música e historia perdura en la memoria de quien lloró con este film. Esta película italiana del director Giuseppe Tornatore protagonizada por Philippe Noiret y Antonella Attili recrea la nostalgia del ritual del cine como práctica de socialización que permitía evocar la imaginación e inspirar sentimientos.
Una gran banda sonora para recordar.


Los Intocables - 1987 (The Untachables)

Otra vez una colaboración con el director Brian De Palma para este drama de época que recrea la lucha de Elliot Ness contra Al Capone durante la ley seca. Un gran elenco compuesto por Kevin Costner, Sean Connery y Robert De Niro en el papel de Capone.


La misión - 1986 (The mission)

Una película testimonial sobre el destino de las misiones jesuitas en el territorio de la Argentina y el Paraguay. Un drama épico sobre los crímenes de la colonización y los sacrificios redentores de quienes defendieron a los pobladores originarios.
Un gran reparto donde se destacan Jeremy Irons y Robert De Niro.


La cosa -1982 (The thing)

Este clásico de terror de John Carpenter es ya una película de culto. Un film con alta tensión y mucho suspenso, Efectos especiales increibles para la época que no logran opacar la grandiosa banda sonora.

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lunes, 6 de julio de 2020

Una reseña de Sincerely Louis CK (2020)

¿Está bien reírse de esto? Una reseña de Sincerely Louis CK (2020)

Por Diego Labra @omnivorcultural


Llegué a El Mamut, un disco preferido, gracias a una amiga que ponía el vivo de Massacre en repeat durante esas largas tardenoches de estudio en que preparábamos orales y domiciliarios. Pero ella ya hace mucho que no escucha a la banda de sus amores adolescentes. Una decisión tomada a la luz de la barrabasada que dijo Walas sobre las denuncias de abuso que sacudieron al mundillo del rock under/indie local hace unos años, por los cuales el cantante pidió y volvió a pedir perdón. No puedo dejar de pensar en eso, en ella, mientras miro y me río con Sincerely Louis CK, el nuevo especial del titular comediante. 


Para los que no lo sepan, C.K. (Székely de nacimiento) es un estandapero, escritor, cineasta norteamericano quién, si bien venía laburando fuerte desde los noventa, logró mayor visibilidad y reconocimiento durante la década pasada gracias a su rupturista sitcom Louie (2010-2015) y las posteriores giras de estadio que este éxito televisivo le habilitó. Durante un lustro, la crítica de televisión le cantó loas, galardonándolo en listas de lo mejor del año, cada año, y peleó la punta en rankings de los comediantes más taquilleros de habla inglesa.

Todo esto hasta que, en noviembre de 2017, apenas un mes luego que dos exposés sobre el productor Harvey Weinstein detonaran en Hollywood el movimiento que hoy se conoce como #MeToo, un artículo en The New York Times dio voz a cinco mujeres que acusaban a C.K. de lo que en castellano se traduce literalmente como “mala conducta sexual”. Al día siguiente, él mismo reconoció públicamente la veracidad de lo publicado. Lo mismo que había negado un mes antes, cuando solo se trataba de “rumores”


Desesperades por correrse del ojo de la tormenta, todes inmediatamente cortaron lazos: su representación lo desconoció, el canal FX canceló su serie y quitó su crédito de productor ejecutivo en otras producciones, HBO y Netflix bajaron su contenido, y la película por él dirigida y protagonizada que acaba de debutar en el festival de Toronto fue a parar al estante de las cintas malditas, donde continua hasta hoy, sin estreno comercial programado. No faltaron tampoco llamados desde el público y la crítica a no consumirlo más. Porque ahora esos chistes ya no causaban gracia. Porque había que dejar de darle de comer. 

De esta última vocación nace la indignación desatada por cada paso que el comediante ha dado en pos de volver a ocupar un lugar en la escena, apenas disimulado caminito que culminó en el estreno del presente especial de stand up. Si bien detrás del ostracismo impuesto a C.K. hay compañías actuando en beneficio propio, protegiendo su brand, esquivando el bulto de la responsabilidad que les toca, en la opinión pública se procesa como una suerte de justicia posible ante trasgresiones que no pueden, o no quieren, ser juzgadas en otras esferas de la vida en sociedad. Fiel al espíritu pragmático de la sociedad de consumidores norteamericana, la ciudadanía vota con el bolsillo, y castiga con él también. 

Lejos de ser nueva, la pregunta acerca de cómo reaccionar ante estas revelaciones, “qué hacer cuando el arte que amamos fue creado por un monstruo”, ha sido reflotada con el misma ímpetu con la que la tercera ola feminista ha logrado instalar sus reivindicaciones en la agenda cultural. Los imperativos éticos y los menesteres de la crítica se enredan ante las demandas sociales, políticas del movimiento. Yendo más allá del consumo particular de cada une, ¿qué lugar se le debe dar en la historia de sus respectivas artes a hombres como Woody Allen o Michael Jackson? ¿Alcanza con adjuntar una nota al pie que contextualice las obras a la luz de las acusaciones y/o sentencias? ¿O directamente se deben rehacer los cánones, bajar los cuadros de las paredes?

Hannah Gadsby argumenta en esta dirección en Nanette, su rupturista especial de stand up para terminar con todos los especiales de stand up. Allí no solo se despacha contra Picasso, preguntando si acaso el hecho de haber creado el cubismo es suficiente justificación para celebrar a un hombre de 45 años que tuvo una “relación” con una joven de 17, sino que insiste en que separar el arte de la vida de sus (miserables) creadores es hacerle el juego a los hombres poderosos que elevan su reputación por sobre quienes damnifican. En lo que acaso es la reinterpretación más radical de un chiste de Yayo jamás hecha, Gadsby remata diciendo que la historia del arte occidental no es otra cosa que la historia de hombres pintando mujeres como vasijas de carne para sus flores de penes

Esta postura, contraintuitiva para nuestra academia, que a lo largo del siglo XX se mudó del paradigma “vida y obra” a la “muerte del autor” y más allá, ha tenido impacto profundo en la crítica profesional de los medios norteamericanos. La citada y celebrada sitcom Louie fue completamente desterrada de las listas de lo mejor de la década. Salvo aisladas e interesantes reflexiones, este criterio fue adoptado en silencio, en un consenso tácito.

¿Acaso la admisión de culpa C.K. anula los méritos de la obra creada anteriormente (y en la cual, por virtud de la realidad material del medio, participó muchísima más gente que él)? ¿Necesariamente se debe leer, juzgar, la serie y los especiales de stand up a la luz de la vida de C.K., del abuso perpetrado por él? El “dilema de Louis C.K.”, como se lo llamó en el The New York Times, tiene además una particularidad que ya ha sido señalada en ensayos anteriores. La naturaleza reflexiva y autorrefencial del stand up, en general, y del trabajo de C.K., en particular (quien, además, dejó marca en cada esquina de sus producciones en calidad de protagonista, escritor, director, productor, etc.), hace difícil, o directamente imposible, que el contexto no informe nuestra experiencia con su humor. 

De hecho, una revisión contemporánea de la obra a la luz de la información hoy pública permite ver que mucho de su potencia viene de cierta reflexión sobre lo que, ahora sabemos, había hecho. Lo cual podría leerse alternativamente como gracia salvadora de la misma, o una razón más para meter todo en una bóveda, tirarlo al fondo del Atlántico y perder la llave.

C.K., consumado artesano de su oficio, lo sabe sobradamente. Por eso abre Sincerely con la pregunta “¿Cómo estuvieron ustedes durante el último par de años?”, lo que provoca la primera risa y aplausos de la noche. “Esperen a que encuentren mis fotos en blackface”, continua, provocador. 

A lo largo de toda la hora, el comediante tienta a la audiencia (en el teatro de Washington D.C. donde filmó el especial, en cada casa sentada delante de la pantalla) pinchando al proverbial elefante en la habitación. Cada sección empieza con anécdotas que denotan el itinerario de su huida europea (España, Francia, Polonia, “porque me tuve que ir hasta Polonia para poder hacer shows”) desde una Nueva York que dice haber amado, pero ahora odiar. 

“Prefiero estar en Auschwitz que en New York City”, arremete en el set up a uno de los mejores chistes del especial. “Quiero decir Auschwitz ahora. El Auschwitz de hoy, no entonces cuando estaba abierto. Ahora, es lindo ahora, tiene un gift shop. La gente va a propósito. Compra entradas. Eso me parece raro. Que la gente compre entradas para ir a Auschwitz. Es raro. Si le pudieras decir a aquella gente: ‘la gente va a comprar entradas para venir acá. Enrósquense pensando eso’”. 

Entre coqueteo y coqueteó con referenciar su caso, la comedia que despliega C.K. es esa misma, provocadora, escatológica y filosa (aunque quizás un poco menos afilada, con bordes más ásperos) que lo hizo el niño mimado de la crítica y el mercado durante los 2010. Jugando sobre la línea, a la sombra de la siempre bien ponderada Primera Enmienda, como les gusta a los comediantes yanquis. Yendo desde una reflexión sobre la palabra “retardado” al momento en que descubrió que en Francia la gente se mide la temperatura con un termómetro rectal. Del aborto a la homosexualidad.

 “¿No habrá hombres gay que extrañen los viejos tiempos?”, pregunta, comparando el sexo rutinario y marital que pueden disfrutar ahora con el peligroso “excitante” de la clandestinidad en la que antes se veían obligados a existir. “Oh, sí, le estoy rompiendo el corazón a mi madre”, exclama mientras sacude la pelvis de atrás hacia delante. 

Finalmente, en los últimos diez minutos del especial, luego de bailar la hora entera a su alrededor, refiere al tema con mayúscula. “A alguna gente le gusta cuando el sexo es retorcido”, dice señalándose a sí mismo. “¿Quieren hablar de eso? ¿Deberíamos hablar de eso? Bueno hablemos”. En un crescendo clásico del formato stand up, C.K. comienza con lo más chabacano y ofensivo (“Les doy un consejo: si le preguntan a alguien ‘¿Me puedo masturbar adelante tuyo?’ Shhh. Déjenme terminar. Quiero decir, déjenme terminar lo que estoy diciendo”), y de ahí va edificando hasta desembocar finalmente en lo que se propone como un giro empático:


"Así que, sea lo que sea lo tuyo. No sé lo que es. Tal vez no puedas acabar a menos que tengas a tu padre en altavoz. Sea lo que sea. Si quieres hacerlo con alguien más, tienes que preguntar primero. Pero si te dicen que sí, aun así, no puedes decir "¡Woo!" y encarar de una. Tenés que chequear a menudo. Supongo que eso es lo que quiero decir. Chequeen con la otra persona. Porque no siempre está claro cómo se siente la gente. Como a los hombres se les enseña a asegurarse de que la mujer está bien, pero la cosa es que las mujeres saben cómo parecer estar bien cuando no lo están. Así que no puedes mirarla a la cara y arrancar, sus ojos están secos, estamos bien. Seguir dándole. Tenés que preguntar. Porque la comunicación durante el sexo puede ser muy confusa. Como a veces estás con una mujer, estás teniendo sexo, ella está haciendo ruidos. Ella dice: "oooh, ahhh", y tú dices: "Dios mío, le encanta". No necesariamente. A veces hacen esos ruidos sólo para superar el momento, porque es más fácil decir 'oooh' que decir, 'Odio cómo me cojés. Honestamente, es horrible'. Así que ella hace 'ooooh mi amor'. Es una especie de canto espiritual negro. Es algo similar. Así que asumir que le gusta es como si escucharan a los esclavos cantando en los campos y te dijeran: "¡Eh, la están pasando bomba ahí fuera!"


En esta catarsis final, todo quiere (volver a) estar bien. C.K., como dijimos maestro en lo suyo, construye el chiste con gran efecto, en una asociación ingeniosa, con filo sociohistórico. Pero, ¿esta inversión final justifica/anula las provocaciones con las que fue cebando a la audiencia a lo largo de la hora? Porque acá los chistes (las estocadas contra New York y la reacción de los medios, el fastidio con lo que “le pasó”) cobra otros matices al estar hablándose no de hipotéticos, no de las observaciones obsesivo compulsivas o cuitas personales que motorizan buena parte del stand up, sino de acusaciones hechas públicamente. De la vivencia de mujeres que se expusieron para confrontar a su abusador. O, quizás, la provocación del humor siempre juega sobre ese límite, intransgredible para uno y gracioso para otro, y esta vez el pie sobre la tiza queda más expuesto por todo lo que rodea a cada remate.

Aunque, creo, lo más problemático de Sincerely Louis C.K. no es la transgresión con la que chumba el comediante, sino precisamente la catarsis del final, el momento de empatía. Por varias razones, no siendo una menor que al hacerlo sobre el escenario y en sus propios términos. Sin las voces de las víctimas presentes, él controla el discurso y puede moldearlo cómo se le dé la gana. 

El resultado, ese desenlace donde aparece un reconocimiento de lo trasgredido, atribuido aquí a una falla en la comunicación, a una incapacidad o falta de deseo en corroborar el consentimiento de la otra parte, habilita a un arco redentorio. “Aprendí de mi error, no lo voy a volver a hacer, y Uds. no deberían hacerlo tampoco” es la suma de lo finalmente dicho ¿Está bien aceptar esa narrativa propuesta? No lo sé ¿La aceptamos de manera tácita mirando el especial, riéndonos de los chistes? Tiendo a pensar que sí. 

Pero si la capacidad de perdonar la tienen solo las víctimas de los abusos de C.K., ¿qué es entonces lo que se está negociando aquí con los espectadores, con nosotros? ¿Acaso debemos perdonarlo, no por los abusos denunciados y reconocidos, sino por haber roto el pacto con la audiencia al hacernos enfrentar una realidad desagradable oculta tras el arte que gozamos consumir, de los chistes con que nos supimos cagar de risa?

 Si bien la suerte de disculpa no disculpa a lo que aspira ser en parte Sincerely Louis C.K. me parece mucho mejor labrada, e incluso más satisfactoria en su mea culpa, que otros ejemplos del emergente género de stand ups de arrepentidos (comparado, por ejemplo, con Right Now del también denunciado Aziz Ansari), estas preguntas laten de fondo, sobre todo cuando comienzan a rodar los créditos y las risas se apagan. 

Todo momento tendiente a la empatía, a la compresión, necesario en la construcción de un humor más tridimensional que no caiga en la burla burda, a cualquier acto narrativo incluso, es saboteado por la alarma que despierta el riesgo del indulto. Lo cual es decir mucho en una hora que languidece un poco hasta llegar a la mención de la aniquilación de la familia paterna del comediante durante el Holocausto.

Y si el humor, el relato ofrecido en Sincerely no alcanza para garantizar la rehabilitación del cómico en la arena del entretenimiento, a los ojos de la opinión pública ¿qué sí lo haría? ¿Un unipersonal dramático lleno de autoflagelación y remordimiento? ¿Acaso siquiera es posible esa suerte de regreso a la escena, cuando el consumo de su palabra implica una suerte de pacto narrativo entre el que cuenta y el que escucha? 

De obturar por completo la posibilidad de la catarsis de la redención, esas que siempre nos encanta

consumir en la ficción y la no ficción, por lo menos cuando se trata de otras faltas y delitos, quedamos frente a la propuesta de Gadsby ¿Deberíamos, como ella propone, condenarlo a la ignominia del olvido, creando un nuevo canon que lo exorcice de la historia de la comedia y la televisión? ¿O, como de facto sucede, su éxito depende del mercado, de la buena voluntad de productores y la demanda del público, abriendo a la posibilidad de que la historia de C.K. tenga “final feliz”? 

Como anima de manera contemporánea y magistral Bojack Horseman, todas estas preguntas, dolorosamente abiertas, espesan el aire dentro de industrias y farándulas donde abundan los placares llenos de esqueletos. El desarrollo de la historia del titular caballo actor a lo largo de las temporadas culmina, como no puede ser de otra manera aun, en una conclusión deliberadamente insatisfactoria, y quizás provisoria. 

Uno se puede sumergir mediante flashbacks en el pasado individual y colectivo para encontrar explicaciones que ayuden a comprender, pero esto no quita que ciertos límites, una vez rotos, rotos para siempre quedan. El final abierto parece querer decir que la vida continúa, con el cargo y la culpa expuestos, y que por más que el responsable acepte la parte que le toca, las cosas no pueden a volver a ser como antes. Y hay que vivir con eso. 

Mientras el mercado de bienes culturales se contorsiona e intenta adaptarse a las demandas del orden de lo ético que nacen de los medios y de base, estas preguntas quedan haciendo eco, en los altos techos de los claustros académicos y en la cabeza del espectador ¿Se llegará a una solución de compromiso sin cambio de fondo como proponen las etiquetas “Fair Trade” y “Bio” que encontramos en un supermercado primermundista? Por ahora, y en este caso, no sin cierto grado de culpa (amortiguada por haber “accedido” al material de forma que no deja ningún rédito al comediante), yo debo admitir que me reí.




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jueves, 18 de junio de 2020

Pánico y locura en Minneapolis.

Pánico y locura en Minneapolis.

Buenos Aires: El compilador.

Empezaron a llegar las imágenes y relatos de amigos que viven en Minneapolis, trabajan en Washington DC. Estas imágenes y relatos cuentan los disturbios, las protestas, y el descontento. Esto es una compilación de ese material y testimonios para dejar registro de las experiencias desde la mirada de quienes viven la situación desde allí.
Difundo las imágenes que recibí y transcribo lo que me narran las fuentes “desde adentro”.



Minneapolis: Felix

Minneapolis fue el epicentro del estallido de los disturbios raciales que provocados por el asesinato de George Lloyd en un acto de brutalidad policíaca injustificada. Esto no un acto aislado ni una novedad oculta. Pero esta vez, bajo estas circunstancias tan particulares de desprotección para los afroamericanos (y también latinos) frente a la pandemia del Covid-19, este tipo de actos descarados de racismo hicieron colapsar la paciencia de la comunidad afroamericana y de la población en general.
Felix me relata que hubo noches donde sintió miedo. Los disturbios que encarnaban la ira y angustia que todos comparten parecía tomar una vida propia. La violencia comenzaba a desbordarse. 
En algunos momentos sintió miedo a medida que los disturbios pasaban cerca de su casa. De ello recogió los testimonios fotográficos que aquí compartimos.
Felix describe lo que está sucediendo cómo una tormenta donde convergen décadas de violencia policial, racismo, la pandemia y el gobierno de un egomaníaco fasistoide que no hace otra cosa que agravar estos problemas con cada una de sus declaraciones.



Washington DC: Andrés

Washington DC se declaró en estado de sitio. Un acontecimiento sin precedentes que pone en evidencia la gravedad de la situación. En esa ciudad vive Andrés que ofrece una reflexión sobre la cuestión.

Los afroamericanos se ven triplemente afectados por la situación actual. Primero, en el aspecto salud, el coronavirus los afecta más que al resto de la población. Son ellos (y los latinos) los que en mayor proporción se infectan y fallecen. Están sobrerrepresentados en relación al resto de la población. Segundo, en el aspecto económico, son los afroamericanos y latinos quienes han sido despedidos en mayor proporción que el resto. El índice de desempleo entre la población afroamericana es mucho más alto que el 20% de la media nacional. Esto también se ve reflejado en el subempleo y la disminución de los salarios.

A esto se suma el maltrato y la violencia que se ve cotidianamente. No se trata solamente del video donde se asesina a George Lloyd. Hay otros videos igual de inflamatorios donde se muestra con toda crudeza el racismo. Esto no es una historia nueva sino que viene del nacimiento de los Estados Unidos con la esclavitud.
En suma estos factores hacen que surja un descontento muy grande de la gente afroamericana.

Además de todo esto, Donald Trump enfrenta su reelección. Las encuestas le dan mal. Acá [Estados Unidos] hay una especie de grieta comparable a la de la Argentina. Trump está perdiendo en las encuestas. No por mucho, pero está perdiendo. Hoy perdería, por lo tanto, le quedan solamante dos esperanzas.

La primera es lograr que se llegue al “fondo del pozo”, que cada mes sea mejor que el anterior, y Trump poder decir que -“poquito a poco”- está sacando al país de la situación. Mejor “no cambiar caballo en medio del río”: -“yo se cómo salir de esta”.

El segundo escenario tiene que ver con lo que está sucediendo hoy día con la violencia en la calle y recurrir a la figura del hombre que restablece la ley y el orden. Si la violencia recrudece y la población siente miedo existe la posibilidad de revertir la situación electoral de Trump. Esto es, que electorado, a pesar de considerar que Trump es un sujeto desagradable, es el que puede controlar esto y garantizar cierta seguridad.
Trump está tirando querosene al fuego. Ha reaccionado con una actitud fascista y promoviendo el odio. 
Esto explica el recrudecimiento del conflicto que está sucediendo en la calle en los Estados Unidos.

Fotos: Cortesía de Félix Valanzasca

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